lunes, 6 de diciembre de 2010

El BCE se limita a comprar tiempo.

Comprar tiempo para actuar, tiempo para que los Estados completen sus reformas y reequilibren sus presupuestos. Esta ha sido la acción y el mensaje de Trichet: “De la crisis serán los propios Gobiernos quienes tendrán que salir”. El rechazo a ser más agresivo refleja la creencia del BCE de que los problemas de deuda europeos solo pueden ser resueltos por los propios Gobiernos a base de una austeridad mucho mayor, y que “las inyecciones de liquidez solo sirven para posponer temporalmente el día del juicio final”, y además hace recaer las posibles pérdidas de deuda soberana sobre los compradores. “Los inversores que decidan adquirir deuda de países periféricos, lo hacen a su propio riesgo”.
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