Pero hay un consuelo para los megafondos estadounidenses. Si hasta los conservadores en EE.UU. los califican como buitres, en Europa empiezan a ser percibidos como salvadores. Con una catastrófica sequía de crédito bancario, costes estratosféricos de financiación en un mercado de bonos corporativos ya contagiado por la crisis de deuda soberana y cero interés en emisiones de acciones tras años negros en las bolsas, sólo hay una fuente de financiación para empresas y bancos europeos: fondos multinacionales como KKR o Blackstone, con sede en Wall Street o la City.
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