El romero, en los países del orbe Mediterráneo estuvo consagrado a los dioses lares. Como dios tutelar de la casa, al cambiar de vivienda, se aconsejaba entrar en la casa una ramita de Romero de la cual se quemaba una brizna en cada habitación y estancia. Esta costumbre de quemar romero se remonta a épocas antiquísimas. Rodrigo Caro (siglo XVI-XVII), en su obra los días geniales, donde trata a las danzas de las jóvenes andaluzas, entre los numerosos temas, escribe: "Lustro llamaban a un general sacrificio y expiación que hacían en Roma cada cinco años para expiar y limpiar la ciudad y sus vecinos, y de ahí vino a llamarse el espacio de cinco años lustro. Las ilustraciones particulares, cada cual las podía realizar a su voluntad cuando edificaba una casa o abría una tienda, como ahora se suele hacer quemando el romero. La leyenda, que tiene como protaginista a Isabel de Hungría (siglo XIV), asegura que la reina preparaba un secreto, con la ayuda de un extraño ente metafísico citado por un "angel", un preparado obtenido tra destilar flores de romero maceradas en alcohol. Gracias a esta pócima, la reina, de setenta y dos años, enferma de gota y con problemas de reumatismo, recuperó la belleza y salud física de su juventud. A dicha edady gracias a los atributos de la pócima, sedujo al rey de Polonia y le pidió matrimonio. Hasta bien entrado el siglo XIX, una variante de esta pócima , llamada popularmente "agua de la reina de Hungría", se utilizó en cosmética para mantener jóven la piel. La religión cristiana asimiló algunas de las virtudes mágicas del romero e intentó darles carácter sagrado. Fernán Caballero (1796-1877), seudónimo de la escritora Cecilia Böhl de Faber, asegura que el romero fue " el hierbajo del campo pero que desde que la Virgen Santísima puso a secar sobre él la ropa del Nilo, está siempre verde, se hizo oloroso y adquirió muchas virtudes". En algunas regiones de la Península Ibérica el romero se colocó en el interior de las tumbas para proteger el espíritu del difunto y permitirle descansr en paz. Para tener buena suerte se rocíaba la puerta de la casa, por dentro, con agua bendita asperjada con la ayuda de un hisopo de romero. En la peninsula Ibérica, donde el romero abundan un estado silvestre,se consideró una planta de buena suerte y salud. En Andalucía el romero se relacionó con la magia del amor y los jóvenes enamorados entregaban una ramita de romero asus amadas.