El analista de JP Morgan Jaime Becerril asegura que "con la economía en una profunda recesión, estamos esperando que los políticos españoles se sienten para encontrar una solución común que recupere la confianza de los inversores". Esa falta de consenso es algo que nos diferencia de Portugal, donde sí se ha establecido una base común para buscar la recuperación económica, mientras que aquí los partidos de la oposición casi nunca están de acuerdo con las medidas económicas o institucionales.
A su juicio, mientras las señales de la recesión ya son visibles en las calles, el Gobierno está retrasando medidas vitales "mientras mira los detalles finales del rescate" preocupado por que le exijan más austeridad. Y "retrasar decisiones dolorosas no ayudará a resolver la incertidumbre que mantiene a las empresas españolas aisladas del mercado", opina. "Esperamos que el Gobierno no cometa el error de relajarse cuando los mercados le dan un respiro", añade, porque puede volverse en su contra: el tiempo ha demostrado que retrasar medidas cruciales (como los presupuestos de 2012 por las elecciones andaluzas) es perder un tiempo precioso. En todo caso, está convencido de que, en unos cuantos meses, España tendrá que pedir un rescate completo.
Tras las conversaciones que ha mantenido en su visita, el banco de inversión asegura que será muy difícil alcanzar el objetivo de déficit del 6,3% del PIB en 2013 (el consenso calcula un 7%) y que las conversaciones ya no se centran en si España pedirá el rescate sino en cuándo lo hará. Tampoco entiende la falta de reacción de los políticos ante el paro, que considera el principal desafío de España para el que no hay una solución clara (aunque reconoce que los expertos aplauden la reforma laboral). Por eso, cree que todos los partidos deberían empezar a trabajar juntos cuanto antes.
El banco de inversión también critica la incertidumbre regulatoria como una de las causas por la que los inversores no entran en nuestro país, una incertidumbre que va desde la energía a la banca pasando por el sector inmobiliario. Y no se trata sólo de los inversores: "La constante subida de impuestos y el desempleo dan pocas razones a los consumidores para creer que los activos no van a bajar más todavía". Y añade que hace falta más claridad y una mejor estrategia de comunicación, así como terminar con la improvisación del Gobierno, especialmente visible en la reforma financiera (tres Decretos en lo que llevamos de año).
También señala el nuevo frente abierto de las reclamaciones nacionalistas, que espera que siga creciendo. "Una actuación más decidida en estas regiones sería algo muy bienvenido por parte de Rajoy", afirma. También asegura que esta situación del debate territorial "no es nada positiva a los ojos de los inversores extranjeros".
La reforma bancaria tampoco convence
Respecto al sector financiero, sigue viendo a las entidades reticentes a reconocer sus pérdidas en el ladrillo aunque han tenido que elevar sus provisiones, lo que retrasa el "proceso de curación". Y mientras tanto, "la economía sigue sufriendo las consecuencias en la forma de credit crunch", tal como adelantó El Confidencial. En su opinión, el 'banco malo' va a decepcionar porque los precios inmobiliarios tienen que bajar más, y va a ser muy difícil convencer a los inversores para que entren en su capital, en especial si los activos no se transfieren a un precio realista. No es más optimista respecto al mercado inmobiliario, que está "literalmente congelado" a la espera del 'banco malo' y donde cree que queda mucha caída de precios por delante.
En todo caso, Becerril cree que es un error circunscribir el problema bancario al crédito promotor, porque el deterioro continúa en todos los sectores (en especial el crédito a pymes, en el que la morosidad supera el 10% en algunas entidades) y las provisiones todavía son muy inferiores a la pérdida esperada. El lado positivo, observa que los bancos son ahora menos proclives a dar "patadas adelante" y refinanciar los créditos incobrables.
La conclusión de JP Morgan es que "España tiene por delante un largo período de bajo crecimiento y elevado desempleo". Sus expectativas son una contracción del 0,9% del PIB en 2013 porque las medidas de austeridad pesarán sobre la economía. "A no ser que los mercados de crédito se reabran a niveles razonables, creemos que se acelerará el desapalancamiento (reducción de la deuda), una dura medicina para el crecimiento económico a largo plazo", sentencia.